Restauraciones de Pedro de Campaña y Luca Giordano, por J.C.Deus

El Museo del Prado expondrá hasta marzo una de las obras más importantes del Renacimiento español tras haberla sometido a una cuidadosa restauración. Se trata de La Purificación de María en el Templo, la pieza central del Retablo del Mariscal Diego Caballero, realizada en 1556 por Pedro de Campaña para la Catedral de Sevilla. La obra llegó al Prado en un «estado muy lamentable», según la restauradora Maite Dávila, del taller de restauración que ha conseguido devolver su esplendor a esta hermosa tabla.

El flamenco Peeter de Kempeneer – Pedro de Campaña (Bruselas, 1503-1587) había llegado a Sevilla en 1537, tras pasar un tiempo en Italia. En la ciudad permaneció veinte años, haciéndose cargo de importantes encargos, entre los que el de la catedral de Sevilla fue uno de los más influyentes y alabados. La Catedral de Sevilla es la catedral gótica más grande del mundo, el tercer templo en cuanto a tamaño tras la Basílica de San Pedro del Vaticano en Roma, y la Catedral de San Pablo de Londres. En 1987 ha sido declarado por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad.

La Purificación presenta una compleja composición que se basa en parte en una estampa de Durero, en la que especialmente debido a la concepción del monumental espacio, se introduce un elegante y sinuoso cortejo de figuras cercanas a la obra de Miguel Ángel y Rafael. Precisamente debido a su gran tamaño, la obra se realizó con paneles de roble armados en sentido horizontal, un montaje inusual que ha propiciado un permanente problema de conservación de la obra.

Para la gran composición (330 x 240 cm) el pintor empleó catorce paneles de roble polaco de cuatro centímetros de grosor que se armaron en sentido horizontal, algo que no parece conveniente para una obra de formato vertical, pero que se explicaría por la imposibilidad de encontrar paneles de una longitud suficiente para el largo requerido. Todos los problemas del soporte afectaron lógicamente a la superficie pictórica, que fue encubriéndose con diversos estucos, algunos de piedra pómez, aplicándose luego numerosos repintes. Alteraciones a las que se sumó una abundante suciedad ambiental y la oxidación de los barnices. La inestabilidad de la capa de preparación explica asimismo los levantamientos de la película pictórica.

Leticia Ruiz, jefe del Departamento de Conservación de Pintura Española del Museo del Prado, asegura que la obra resume la capacidad «técnica y artística» de Pedro de Campaña. Y refleja la influencia que tuvieron sobre su autor otros grandes nombres del Renacimiento, como Miguel Ángel, Durero y Rafael. «Esta tabla que se ve ahora aquí no se parece casi nada a la que salió de Sevilla en 2007», reconoció con cierto humor Francisco Navarro, delegado ejecutivo de Administración y Patrimonio de la Catedral de Sevilla. «Es la primera obra que entró en el taller del Museo y una de las primeras que salen ya restauradas», subrayó Grabiele Finaldi, director adjunto de Conservación y Restauración del Museo del Prado, para quien «muy pocas instituciones en el mundo» podrían haber asumido el trabajo que conlleva esta tabla «tan compleja». Reabrir las grietas, encolarlas, fijar el color, inyectar yeso, o incluir un sistema de sujeción extra, son algunas de las tareas realizadas por los restauradores del Prado, para quienes «poner en valor» esta pieza ha supuesto todo un «reto».

José de la Fuente, restaurador, especializado en soportes, del Museo del Prado, explica que la obra tuvo ya en su constitución un problema importante de inestabilidad que, aunque se trató de subsanar mediante correderas transversales, ha lastrado siempre la conservación de la obra. Además, un traslado del retablo entre 1558 y 1560 provocó fracturas en la madera que fueron solventadas con rellenos de estuco y estopa en las zonas agrietas, y la aplicación de refuerzos metálicos que encorsetaron aún más el soporte. Asimismo, en 1879 se documenta una intervención en la que se engatilló el reverso, aumentando la inmovilidad de la tabla con las consiguientes grietas y roturas posteriores.

Todos los problemas del soporte afectaron lógicamente a la superficie pictórica, que fue encubriéndose con diversos estucos, algunos de piedra pómez, aplicándose luego numerosos repintes. Alteraciones a las que se sumó una abundante suciedad ambiental, humedades, excrementos de aves, murciélagos y el ataque de xilófagos, según apuntó Maite Dávila.

La intervención actual ha estabilizado la tabla y se la ha dotado de un nuevo soporte suplementario, al tiempo que se han solventado los problemas de las capas de preparación y pictórica. Ésta última ha recobrado su delicada construcción por capas y transparencias. Es el primer trabajo finalizado de restauración finalizado en el Prado tras la ampliación, que ha supuesto para sus departamentos técnicos una gran mejora.

La sala donde se exhibirá cuenta con paneles explicativos sobre el pintor, la obra y su restauración, y un interesante vídeo de los trabajos realizados durante la intervención de la obra en los talleres del Museo. El miércoles 3 de diciembre, a las 19.00 h., la Jefe del Departamento de Pintura Española del Museo, Leticia Ruiz, y dos de los restauradores que han intervenido en la restauración de la obra, Maite Dávila (pintura) y José de la Fuente (soporte), pronunciarán la conferencia dedicada a «El proceso de restauración de La Purificación de la Virgen, de Pedro de Campaña». Auditorio del Museo, acceso gratuito.

EL APÓSTOL SANTIAGO Y LUCA GIORDANO

Paralelamente, el cuadro Santiago Apóstol en la Batalla de Clavijo, de Luca Giordano, ubicado en la cabecera de la iglesia del Convento de las Comendadoras de Santiago y con unas medidas de 5,88 metros de alto por 3,72 metros de ancho, está siendo restaurado por la Consejería madrileña de Cultura y Turismo. Los trabajos van más retrasados y no trerminarán hasta el año próximo.

La restauración a la que está siendo sometida esta importante pieza consiste en la consolidación de los bordes del reentelado mediante bandas inertes adheridas, limpieza de suciedad superficial y barnices oxidados, eliminación de repintes, nivelación de la película pictórica, reintegración de lagunas pictóricas, protección y estabilización de reintegraciones y pintura original, y estabilización del lienzo en su soporte bastidor hasta la finalización de las obras del convento.

Con motivo de la aparición de una grieta en el muro del testero de la iglesia durante el verano del pasado año, fue necesaria una intervención de urgencia en el convento a consecuencia de la cual se procedió al desmontaje del lienzo, que se encontraba en la cabecera de la iglesia, y a su almacenamiento en el coro durante todo el período de obras realizadas en el convento.

Esta primera parte de la intervención sobre el cuadro consistió en un examen previo de la capacidad de sustentación del bastidor y el estado estructural del lienzo, y posteriormente, ante el peligro de desprendimiento, fue necesario dotar de una protección temporal a la película pictórica mediante un empapelado con adhesivo. Esta fase incluyó también el traslado del cuadro desde la iglesia al coro, para lo cual fue necesario el enrollado, por medio de la construcción de un rulo con un eje para evitar que tocase el suelo. Una vez trasladado, el lienzo se depositó en una superficie plana y elevada para que el peso estuviera repartido y evitar así tensiones y cargas. Ya instalado en dicha superficie plana el bastidor se reforzó con una trasera inerte para evitar la fatiga perimetral y se efectuó una adhesión de película pictórica definitiva.

Finalizado el traslado, se vio la necesidad de acometer una restauración total del lienzo, actualmente en proceso, para dejar la obra en óptimas condiciones hasta que sea devuelta a la cabecera de la iglesia. La Comunidad, a través de la Dirección General de Patrimonio Histórico, y en convenio con la Fundación Cajamadrid, ha destinado 66.399 euros a la rehabilitación de esta singular obra, de gran valor patrimonial.

El cuadro, que aparece firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo “J F 1695”, fue realizado por el pintor napolitano Luca Giordano para el altar de la iglesia del convento de las Comendadoras de Santiago. El tema representa la aparición del Apóstol Santiago en la batalla de Clavijo, hecho que tuvo lugar en la citada villa riojana en el año 859, y en el cual el santo ayudó milagrosamente al ejército del rey Ramiro I de Asturias venciendo así al ejército de Abderramán II.

La obra objeto de análisis ilustra perfectamente el estilo de su autor durante la década que permaneció en España. Presenta una composición estructurada en dos planos, con un cielo luminoso y gran cantidad de figuras que se mueven violentamente en forzados escorzos, y una técnica de ejecución rápida pero segura. La composición, plenamente barroca, se organiza en diagonales que se refuerzan mediante los focos de luz que dirigen la atención sobre la figura principal.

Luca Giordano (Nápoles 1634-1705), fue uno de los pintores más considerados de su época. Ante el prestigio adquirido, en 1692 fue llamado por el rey Carlos II para que viniera a Madrid con el fin de pintar los frescos de la escalera del Monasterio de El Escorial y la capilla. El éxito adquirido fue tal que, a partir de entonces, comenzó a recibir gran cantidad de encargos, tanto de la corona como de órdenes religiosas y particulares, llegando a ser nombrado Pintor de Corte. En Madrid destacan los frescos realizados en el Casón del Buen Retiro, en la bóveda de Nuestra Señora de Atocha y en la iglesia de San Antonio de los Alemanes. Pero hay otras obras suyas bastantre abandonadas que necesitarían mayor atención, entre ellas uno o quizás dos cuadros en la parroquia de San Sebastián, de la calle Atocha de Madrid.

En 1702 se volvió a Nápoles. Pintor brillante y de gran talento, abordó todo tipo de formatos, técnicas y géneros, destacando en su momento por la gran rapidez con que ejecutaba sus obras, para lo cual se sabe que contó con un importante taller.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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