Alicia Sánchez-Camacho sí mira hacia otro lado

En un reciente artículo titulado «No podemos mirar hacia otro lado» Alicia Sánchez Camacho, flamante presidenta del PP catalán escribía:

«La sociedad occidental, España y Cataluña no pueden mirar para otro lado. Por eso, al igual que han realizado mis compañeros en el Congreso de los Diputados, el Grupo Popular en el Parlamento de Cataluña presentará una iniciativa parlamentaria para condenar con la mayor firmeza los brutales ataques terroristas y la persecución religiosa sistemática que están sufriendo las comunidades cristianas en Irak y en otros países de Asia y África»

Comparto su denuncia; pero es muy sucio jugar demagógica y cínicamente con sentimientos nobles, como hace la señora Sánchez Camacho. El oportunismo, la explotación políticamente correcta de hechos execrables -como la terrible matanza de cristianos en Alejandría-, es su especialidad. Como la de tantos otros miembros de la casta política, sin distinción de partidos o ideologías. Lo mismo que escurrir el bulto. Ella y el PP (a sus dirigentes me refiero) sí que miran hacia otro lado en otros asuntos, también gravísimos, -y más cercanos y cotidianos-, como la inicua ley integral de violencia «de género».

Una monstruosidad jurídica, aprobada por unanimidad por todos los partidos políticos con representación parlamentaria, que ha cumplido su sexto aniversario de tenaz pisoteo de los derechos humanos (de los varones) por el simple hecho de serlo; una ley de «autor» propia del más brutal estado totalitario, que instaura la presunción de culpabilidad del varón como principio jurídico (discriminación positiva le llaman a este oxímoron); una ley que viola derechos fundamentales que consagra nuestra Constitución como los de igualdad ante la ley, la presunción de inocencia o el principio de legalidad y seguridad jurídica -pilares de un Estado democrático y de Derecho-; una ley que hasta el momento ha provocado el maltrato institucional de un millón de varones, INOCENTES en su inmensa mayoría que, automática y preventivamente, son detenidos, esposados y encerrados en un calabozo infecto hasta tres días; fichados, tomadas sus muestras de ADN y registrados en diversas bases de datos de criminales sexuales; violados su derecho a la intimidad, al honor y la propia imagen; escarnecidos, humillados y vejados hasta el extremo por la mera denuncia de sus parejas o ex parejas femeninas; sin el menor indicio de comisión de delito, ni investigación policial alguna que lo avale. Ante todo eso, Alicia Sánchez-Camacho sí mira hacia otro lado.

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Autor

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

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