Y Piqué dura y dura y dura …

Como los muñecos de Duracell. Parece que la energía del antiguo militante del PSUC para hacer daño al partido que hoy preside en Cataluña es inacabable. Las recientes declaraciones de Josep Piqué a Catalunya Radio admitiendo significativas coincidencias entre sus tesis y el acuerdo alcanzado por el Gobierno y CiU sobre el Estatuto de Cataluña -radicalmente opuestas a las que mantiene su propio partido-, no es sólo una felonía sino una acción impropia de una persona decente.

Que con la que está cayendo, el presidente del PPC se haya mostrado «satisfecho» con el acuerdo logrado por Zapatero y los nacionalistas de CiU sobre el término nación, resulta insólitamente desvergonzado. Y que apoye el injustificado, insolidario y discriminatorio incremento de recursos financieros que prevé el futuro Estatut para Cataluña, «una cosa que desde el PPC venimos solicitando desde hace mucho tiempo» -Piqué dixit-, toda una injuria fiscal para los sufridos contribuyentes de las regiones españolas más desfavorecidas. Una enmienda a la totalidad a la política del PP.

Curados de espanto, ya no asombra a nadie que el portavoz del PPC en el Parlamento regional -Francesc Vendrell-, haga pinza con Piqué y afirme impertérrito en COM Radio su disposición a «hacer esfuerzos» para llegar al consenso estatutario, visto que ya hay «parámetros» desde los que «se pueden acercar posiciones». Por si quedaban dudas, Piqué pone la guinda. Preguntado si se ve votando «no» en solitario al Estatut responde sin pudor que «contempla todos los escenarios». Y en plena apoteosis de coherencia política comenta en Telecinco un posible idilio con Artur Mas. «A la hora de la verdad, las matemáticas electorales llevan a los planteamientos más convenientes». Y concluye: «Vamos a ver cómo evolucionan las cosas. En política la última palabra nunca se da». ¡Toma declaración de principios, María de las Mercedes!

Con todo, lo más asombroso, lo inenarrable, ha venido después de la obligada réplica de la Dirección del partido por boca de Ángel Acebes a las insólitas declaraciones del líder del PPG. Aunque la respuesta de Génova sólo ha sido un espejismo. Piqué es el «líder» del partido en Cataluña y «lo seguirá siendo mientras lo quieran los ciudadanos de esa comunidad», ha proclamado solemne Mariano Rajoy, desautorizando públicamente a su secretario general, después de haber encajado el órdago del catalán, que previamente había anunciado su dimisión «irrevocable” para «no hacer más daño al partido y a Rajoy».

Por si quedaban dudas, cuenta el propio Rajoy que en su entrevista con Piqué ha tenido que convencerle para que abandonara su idea de dimitir, en lugar de aceptar -o forzar-, una dimisión que, por otro lado, nunca se produjo. De esta abracadabrante manera el incombustible felón ha salido reforzado del laberinto político que él mismo ha fabricado. Mientras, Acebes y Zaplana -quemados en su batalla cotidiana de oposición al Gobierno socialista-, quedan públicamente desacreditados y maltrechos, entre el estupor, y la desesperación, de la inmensa mayoría de votantes populares que no acaban de creerse, ni se merecen, lo que está pasando.

Estos hechos, y otros similares -recuérdense los que, a principios de julio pasado, protagonizara Piqué contra Acebes y Zaplana, descalificándolos como secretario general y portavoz del partido popular al relacionarlos «con una etapa muy concreta» que «conectaba con el pasado», y la interminable cadena de incoherencias, debilidades y complejos, cuando no graves responsabilidades, en las que desde el mismo 14-M, por acción u omisión, viene incurriendo el PP en su labor de oposición al Gobierno, ponen cada vez más al descubierto la falta de credibilidad y de liderazgo de Mariano Rajoy.

En estas condiciones, la credibilidad del partido popular resulta una tarea imposible. ¿Cómo va a exigir el PP al Gobierno socialista lo que se le niega desde sus propias filas? ¿cómo pretende Rajoy el apoyo mayoritario de los españoles a su hipotética proposición parlamentaria, pidiendo un referéndum nacional del Estatut , cuando Piqué, Camps, Núñez Feijoo o Matas asumen para Cataluña, Valencia, Galicia o Baleares las mismas tesis inconstitucionales -insolidarias, discriminatorias y nacionalistas- que reivindica el tripartito catalán para sus ciudadanos? Cuando, desoyendo los valiosos argumentos de Vidal-Quadras, el PP se presta a ser cómplice del trámite parlamentario de un Estatut inconstitucional en el Parlamento, otorgándole una apariencia democrática ¿cómo podrá rechazar su resultado?

La esquizofrenia política de Rajoy -con brillantes discursos siempre desmentidos por sus hechos- han ofendido a la derecha sociológica española que, puteada y perpleja, está harta de que sus líderes la engañen. El caso Piqué -más de lo mismo- no contribuye, precisamente, a la esperanza.

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Autor

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

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