La cimitarra socialista (*)

Otro viernes santo socialista. Otro Consejo de Ministros. Otra proclama desde el oráculo monclovita del genuino talante de Rodríguez y de su Gobierno. El dictatorial, el de ordeno y mando, BOE en mano, como afilada cimitarra al servicio del PSOE. Tras sus democráticas decisiones de no dejar títere con cabeza en la llamada cúpula militar (nadie como los socialistas para poner firmes a los de la cúpula) y la patada en sus razonamientos al Consejo de Estado y al Consejo General del Poder Judicial, sacando adelante -con un par- el ilegal e ilegítimo proyecto de ley sobre la violencia contra la mujer, ha llegado la hora de que el Gobierno tome medidas con nuestras tropas, en perniciosa inactividad desde su valiente huida política de Iraq.

En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la vicepresidenta Fernández de la Vega (FEVE), ha anunciado la decisión del Gobierno de prorrogar la estancia de nuestras tropas en Afganistán y enviar alrededor de mil efectivos más (ahora hay 147), además de mandar un contingente militar a Haití, «área prioritaria de la política exterior española» -Moratinos dixit-. El despliegue en Afganistán (zona de Kabul) estará integrado por fuerzas de la Brigada Paracaidista, la BRIPAC, ya que la Legión acaba de regresar de Iraq y la Brigada Aerotransportable, la BRIAT, se está preparando para hacer el relevo en Kosovo. En cuanto a Haití, se enviará una compañía de la Guardia Civil (alrededor de 110 efectivos) que se encuadrarán en una misión de la ONU, bajo mando del Ejército brasileño. Esta es la decisión que, como chivo expiatorio, ha ofrecido el presidente Rodríguez a sus socios en la reciente cumbre de la OTAN en Estambul.

Esta es su decisión y la de su Gobierno. Pero también es su responsabilidad y debe asumirla. No vale echar balones fuera. Que no intente engañar a los españoles con un nuevo baño de “talante” en el Parlamento. La decisión está tomada, independientemente de su comparecencia “informativa” y del resultado de la presunta votación, no vinculante, a modo de plebiscito parlamentario. El cinismo político de este Gobierno es extraordinario. Los mismos que desde la oposición, y desde la calle, clamaban contra la guerra “ilegal e injusta” de Iraq, los de las pancartas y los del “no a la guerra”, deciden, sin inmutarse, mandar nuestras tropas a Afganistán y a Haití inspirándose, para mayor descaro, en los mismos motivos -preservar la paz, la democracia y la seguridad internacionales- que esgrimiera el PP. Insuperable.

Los que a voz en cuello llamaron asesino y terrorista a José María Aznar y a su Gobierno; los que hasta pedían la intervención de los tribunales internacionales de justicia contra el trío de las Azores por genocidio y crímenes de guerra; los que han culpado al anterior Gobierno por la matanza del 11-M, achacándola a nuestra participación en la guerra de Iraq, son los mismos que ahora asumen nuestra presencia militar en Afganistán sin ningún escrúpulo. Y hasta con entusiasmo. Como un encendido editorial del periódico gubernamental (“Soldados a Afganistán”), que estimando en pocos los más de mil españoles que irán a luchar a territorio afgano -donde debemos tener los mismos intereses, aproximadamente, que en Iraq- concluye su vibrante alegato intervencionista diciendo: “Hay mucho en juego en Afganistán como para andarse con tanta cicatería”. ¡Toma coherencia, María Manuela!

Si la postura del PSOE es irritante por su insufrible desvergüenza y oportunismo político, la del PP es de aurora boreal. Dicen estos chicos, por boca de Gustavo de Arístegui, su portavoz en la Comisión de Exteriores del Congreso, que “apoyarán la propuesta socialista”. No sé si también dicen que lo harán por el bien de España, pero seguro que lo podrían decir. Claro que después de la oposición “dialogante y divertida” anunciada por Rajoy todo es posible. La estulticia de los representantes de 10 millones de españoles parece infinita. La facilidad con que estos señores entran al trapo socialista es el asombro de Occidente. Y abrumadora su ¿interesada? desconexión con sus votantes.

En lugar de reivindicar su posicionamiento durante la guerra de Iraq -y de paso defender el honor de Aznar, todavía presidente del PP, y el de sus millones de votantes-, deciden su apoyo al envío de tropas al polvorín afgano, sin contraprestación alguna. Acomplejados, son incapaces de exigir al Gobierno una rectificación a nuestra política exterior en relación con Iraq. Con su silencio -y con su voto servil- asumen una culpabilidad inexistente. Precisamente cuando comienzan los trabajos de la comisión parlamentaria sobre el 11-M con acusaciones gravísimas a sus espaldas. Los políticos del PP pueden tolerar los insultos, los desplantes y hasta el vapuleo a que les someten sus adversarios políticos, pero sus votantes no. Que el PP comparta en estas condiciones la decisión envenenada del PSOE sobre el envío de tropas a Afganistán no es una actitud coherente. Es una enorme estupidez. Una traición a sus votantes. Y un suicidio político.

(*) Actualización del artículo publicado en diferentes medios de prensa – último de una serie sobre lo que ha sido la ejecutoria de José Bono al frente del ministerio de Defensa- a modo de prólogo del análisis de su última actuación ministerial que ha culminado con el arresto y la próxima destitución y pase a la Reserva del teniente general Mena Aguado, Jefe de la Fuerza Terrestre.

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Autor

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

Antonio Cabrera

Colaborador y columista en diversos medios de prensa, es autor de numerosos estudios cuantitativos para la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) y la Secretaría de Estado de la Defensa (SEDEF) en el marco del Comercio Exterior de Material de Defensa y Tecnologías de Doble Uso y de las Relaciones Bilaterales con EE.UU., así como con diferentes paises iberoamericanos y europeos elaborando informes de índole estratégica, científico-técnica, económica, demográfica y social.

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