¡Feliz martes! ¿Qué, cómo va la semana? Espero que la estés aprovechando y disfrutando a tope, hagas lo que hagas. Si me permites la injerencia en ella, quisiera ofrecerte un ratito de música que es toda una maravilla. El compositor es no de los maestros de esa época tan rica desde el punto de vista de la música que ocupa los años finales del Barroco y los primeros del Clasicismo. Aparecen nuevas formas, nuevos experimentos y nuevas sonoridades, y se van abandonando otras.
Alguna que otra vez te he traído música de Niccolò Jommelli (1714-1774), compositor italiano nacido en Aversa. Es uno de los maestros que llevaron a cabo el cambio de la ópera italiana de mediados del XVIII. Su labor de mezclador fue admirable ya que supo conjugar la complejidad alemana, los elementos decorativos franceses y el poderío italiano dando lugar ese cóctel a obras de una fuerza dramática especial. En el momento de su muerte Jommelli era considerado uno de los grandes compositores de su tiempo citado siempre entre los maestros memorables. Se le calificó de genio musical y cuando murió se dijo de él que Europa había perdido a uno de sus compositores más grandes. Beloselsky escribió de él que podía ser considerado universalmente como el artista más profundo y grande que la profesión de la música ha dado. Era el «Horacio de los compositores». Un compositor que era tenido en tanto en gran estima cuanto hoy día ha decaído y no se le termina de reconocer el puesto que realmente debería.
De Jommelli vamos a disfrutar hoy de su Miserere en sol menor. Pertenece a las vísperas de san Pedro de Roma. La obra, a cinco voces, está llena de bellezas y de sutilezas que unos pocos como Jommelli sabían conseguir. Al final del mismo el maestro nos sorprende con un poderoso diminuendo que produce un efecto encantador. El compositor suele ser muy regular cuando hace entrar las voces y las mismas se mueven casi constantemente con el mismo tipo de nota, de forma que al escucharlo se tiene la sensación de que Jommelli mira más al «stile antico» que al nuevo. En cualquier caso, una obra que merece la pena ser conocida.
La interpretación es del conjunto A Sei Voci dirigido por Bernard Fabre-Garrus.
Domingo, 17 de febrero