El reportaje del periodista Freidoune Sahebjam que ha abierto frente contra la lapidación en Irán

El reportaje del periodista Freidoune Sahebjam que ha abierto frente contra la lapidación en Irán

El filme «La lapidación de Soraya M.», del director Cyrus Nowrasteh, comienza con la radio de un automóvil anunciando a todo volumen los éxitos en Irán de la Revolución Islámica de 1979. En pocos segundos, el filme transporta a los espectadores al lecho de un río, donde una mujer llamada Zarah se inclina sobre el cadáver de su sobrina, a quien los mulás del pueblo condenaron por adulterio a morir por lapidación, el castigo que se considera adecuado en la nueva República Islámica de Irán y que concretaron el día anterior.

La historia de Zarah y Soraya es verdadera, y fue documentada por primera vez en el libro homónimo de 1994, del ya fallecido periodista franco-iraní Freidoune Sahebjam (1933-2008).

Tras haber escrito sobre el régimen desde un ángulo crítico, Sahebjam recorrió en secreto su Irán natal en 1986 cuando se topó con la aldea de Kapuyeh. Allí conoció a Zarah y escuchó su relato.

Mientras sigue las huellas del viaje de Soraya Manoucherhi desde que recoge flores con sus dos hermanas pequeñas y confecciona una nueva falda para su tía, hasta sangrar profusamente y, al final, morir por lapidación, el filme envía un poderoso mensaje: «La película señala que esa es una manera horrible de morir, o de que cualquier clase de sociedad moderna castigue a cualquiera», dijo Nowrasteh a IPS.

Según el director, gracias a la dura crítica que el largometraje hace a la lapidación y a la sharia (ley islámica) que la autoriza es que ha obtenido cierto apoyo entre la comunidad musulmana.

«Oigo a musulmanes que dicen que es una película pro-musulmana, que muestra cómo se (tergiversa) la religión, porque en el Corán no hay nada que aliente la lapidación», declaró Nowrasteh a una revista estadounidense.

Hijo de padres iraníes, este director nació en Boulder, en Colorado (EEUU), y vivió en Irán de pequeño. En sus más de dos décadas en la industria cinematográfica y televisiva estadounidense cosechó varios éxitos profesionales. Entre ellos, fue el autor del programa piloto de la serie televisiva «La Femme Nikita» (1996-2001).

La práctica de matar a las personas adúlteras arrojándoles piedras fue originalmente judía, y recién ingresó en la ley islámica cuando el segundo califa Omar (581-644) declaró que, aunque podía hallarse el versículo en el Corán, Dios le había enviado un pasaje al profeta Mahoma proclamando que los adúlteros debían ser lapidados.

Desde el califa Omar, el castigo autorizado por el Corán (24:2) –un azote público a los adúlteros con 100 latigazos- no ha sido ampliamente cumplido por los musulmanes.

En el tiempo transcurrido desde entonces, los líderes islámicos han creado leyes que detallan exactamente cómo lapidar a alguien. Los hombres deben ser previamente enterrados hasta la cintura, y las mujeres hasta el cuello. Luego, una multitud apedrea al condenado hasta que éste muere.

Si el condenado se las arregla para salir de la tierra, según la ley islámica queda libre de castigo.

Actualmente, la lapidación de adúlteros tiene lugar en Irán y en otros países dominados por musulmanes, como Afganistán, Pakistán y Somalia. Estos tres aplican la sharia en algunas de sus respectivas provincias, si no en todas.

Con una escena de muerte de 20 minutos que exhibe cada piedra que impacta en Soraya y el sangrado y las heridas que causa el azote, la película demuestra gráficamente que la lapidación «es una forma de castigo bárbaro y horrible», dijo Nowrasteh.

No obstante, tomado desde el punto de vista de una joven madre, el filme enfatiza la terrible situación que enfrentan las mujeres musulmanas acusadas de adulterio y sentenciadas a lapidación en el marco de la sharia.

La mayoría de las víctimas de apedreamiento en el mundo son mujeres, dijo a IPS la analista política conservadora Katharine DeBrecht.

Esta tendencia se ve claramente en Irán, donde siete de cada diez personas que aguardan ser sometidas a este castigo son mujeres, según Amnistía Internacional.

«A menudo, cuando una mujer reporta que fue violada se considera una confesión de adulterio», explicó DeBrecht.

Lo que también contribuye con la alta cantidad de lapidaciones de mujeres es la falta de educación y derechos legales que éstas poseen bajo la sharia.

Habitualmente son menos educadas que los hombres, debido a las limitaciones que impone la ley islámica a la educación de las niñas, y no pueden representarse a así mismas en tribunales, como sí ocurre con los hombres.

Además, «en 99 por ciento de estos casos, las mujeres acusadas no han recibido ninguna representación legal porque, bajo el sistema de la sharia, su testimonio tiene, como mucho, apenas la mitad del valor del de los hombres», explicó Lily Mazahery, presidenta del Instituto de Derechos legales, con sede en Washington.

Cuando dos hombres acusan a Soraya de adulterio, se le dice que como son ellos quienes presentan cargos en su contra, ella, por ser mujer, carga con la tarea de demostrar su inocencia.

En cambio, si fueran mujeres que presentaran cargos contra un hombre, ellas tendrían que ocuparse de demostrar la culpabilidad de él.

Incapaz de defenderse, Soraya es hallada culpable.

La gran desigualdad de derechos de género en Irán inspiraron a las mujeres para apoyar en las elecciones de este año a candidatos reformistas como Mehdi Karroubi y Mir Hossein Moussavi, que se comprometieron a abordar la discriminación contra ellas.

Pese a la violenta ofensiva policial, las mujeres salieron a las calles masivamente para protestar contra los resultados de los controvertidos comicios del 12 de junio, tras los cuales se anunció como triunfador al actual presidente Mahmoud Ahmadineyad, de línea dura.

Pero aunque Moussavi, Karroubi y otros liberales iraníes sigan sin llegar al poder, Irán igual puede ilegalizar la lapidación, tanto de hombres como de mujeres.

Según la agencia de noticias estatal, cuando la comisión judicial revisó el código penal a comienzos de este año, eliminó el castigo de la lapidación. Con el consentimiento del parlamento y el Consejo de Guardianes, esta nueva versión del código penal se convertirá en ley oficial de Irán.

Pero no todos confían en que Irán realmente prohíba esta práctica.

«La disposición de la lapidación fue eliminada por un comité parlamentario, pero no hay ninguna garantía de que no sea reinstaurada antes de llegar a una votación final o que el Consejo de Guardianes, que veta legislación por conformidad a la norma islámica y a la Constitución, no insista en restablecerla», dijo a IPS Tom Mackey, de Amnistía Internacional.

«Pienso que son todas estupideces. Ellos hacen estos anuncios y luego diferentes organizaciones dicen: ‘¿Ven? Tenemos impacto. Van a prohibir la lapidación’, y no lo hacen. Es para consumo público», sostuvo Nowrasteh sin rodeos.

Entre los protagonistas de la película figuran la actiz iraní Shohreh Aghdashloo y el actor estadounidense James Caviezel.

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