Malabarismos éticos en el diario El País

Interesante y revelador post de Ferran Caballero en El Matí Digital. No hay más preguntas, su señoría. [Acá va íntegro y merced a la gentileza de Paper Papers traducido al español]:

El País es plenamente consciente de que es de interés público aquello que interesa al público y por eso decidió informar sobre las fiestas de Berlusconi en forma de serial y entregas periódicas. Tras unos inicios apresurados, que le obligaron a construir argumentos ad hoc para hacer pasar como imperativo deontológico una violación de la intimidad, los defensores del negocio decidieron reposar el peso de sus plumas en los labios de la velina D’Addario que, en una entrevista publicada por fascículos, como es imperativo del género, se convirtió en periodista de investigación.

Y aunque ha tardado en hacerlo, parece que el diario finalmente puede demostrar la certeza de algunas de las cosas que ha publicado últimamente.

Quizá lo más curioso del caso es que la credibilidad del diario, que tantos días ha estado en manos de una prostituta de las que cobran por ser noticia y por explicarlo, haya acabado poniéndose en entredicho por la publicación de una falsa autopsia de Michael Jackson.

Así lo explica la defensora del lector, Milagros Pérez: La mañana del lunes 29 la edición digital de El País publicó en su portada el resultado de la autopsia: el cantante pesaba 51 kilos, tenía el estómago lleno de pastillas, estaba calvo y presentaba cicatrices de al menos 13 operaciones de cirugía estética.

El subtítulo aclaraba que eso era «según el diario sensacionalista The Sun». Al final de la tarde tuvo que rectificar: «El informe de la autopsia es falso», decía el titular, a pesar de lo cual, continuaba reproduciendo su contenido. El País publicó una información falsa, copiada del diario británico The Sun, y se pregunta ahora si ha recordado lo bastante que sólo copiaba para no pasar por mentiroso.

Borja Hermoso, redactor jefe de Cultura, explica que decidieron publicarla porque «la noticia de The Sun sobre la autopsia se propagó rápidamente miedo la red y El País no podía dejar de darla».

En realidad, el diario no sólo podía dejar de darla sino que su obligación era decidir si hacerlo o no. Lo más preocupante es que el error se justifique por la ausencia de un criterio claro para decidir sobre estas cuestiones. Porque la inmediatez, que parece ser la principal preocupación de los editores del digital, no es más que la negación de la razón de ser del periodismo.

Porque citar las fuentes para dejar en manos del lector el juicio sobre la fiabilidad de la noticia es lo contrario de lo que debe hacer el periodista, que en aras de la verdad puede ocultar información pero nunca a la inversa, que puede proteger a la fuente para publicar una noticia pero nunca citar la fuente para publicar una mentira.

La prensa digital no por digital deja de ser prensa, y la credibilidad de los diarios pasa porque no digan la verdad sólo por casualidad.

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