(PD).- Es la película de siempre. El País, adalid de la prensa de calidad, se sigue saltando sus propias normas deontológicas cuando le viene en gana. Ocurre con el tema de la prostitución. El diario de Prisa se ampara en que «el debate no está cerrado» para seguir sacando provecho de una laguna legal. Y es que la economía no es boyante y es difícil renunciar a los seis millones que factura por los anuncios clasificados.
Hace dos semanas, El País Semanal publicaba un interesante reportaje titulado La explotación sexual en España, donde mostraba la realidad de un tipo de esclavitud que va en aumento. Habría pasado como uno de los excelentes trabajos que cada fin de semana ofrece El País si no fuera porque los lectores le han recordado al periódico que los primeros en hacer negocio con la prostitución son ellos.
Han críticas han llegado por medio de misivas a Milagros Pérez, Defensora del Lector, que este domingo revelaba el descontento de los lectores por comprobar que, al final de la revista dominical, aparecían anuncios con contenido pronográfico. Por no hablar de los ‘clasificados’ de la edición diaria.
Pérez, tras citar varias denuncias de los lectores, afirma que se trata de un viejo debate en El País y traslada la respuesta al director Javier Moreno, que ‘pasapalabra’ y al subdirector Carlos Yárnoz, que tira balones fuera… ¡culpando al Gobierno!:
La sociedad española no ha resuelto el debate sobre la prostitución y el mundo que lo rodea. El Gobierno, por ejemplo, ha renunciado a prohibirla o regularla, pese a las numerosas comisiones o estudios que ha elaborado. Ojalá hubiera una clarificación al respecto y, sin duda, el periódico cumpliría la ley como lo ha hecho siempre.
Salvando las distancias obvias, es lo que ocurrió con la publicidad del alcohol o del tabaco. Pero en este caso nos encontramos con una situación de alegalidad y, antes de adoptar posiciones prohibicionistas, también en la propia prensa debiera plantearse un debate más profundo y no sólo testimonial. En nuestro propio periódico existe esa discusión incipiente, que va creciendo poco a poco, y en su momento tendremos que plantearlo más profundamente.
Es decir, aunque la propia Milagros Pérez se muestra contraria a la publicación de estos anuncios, hasta que el Gobierno no tome cartas en el asunto se impone la política del todo vale. La Defensora del lector reconoce que no deberían publicarse estos anuncios en este diario, exige acelerar el debate pero patina de lo lindo al decir que «sé que los tiempos que vivimos no son los más propicios para tomar una decisión de esta naturaleza».
Enric González, colaborador habitual en el diario de Prisa y últimamente un dolor de cabeza para sus jefes, se excusaba así:
Esos reportajes nos dignifican por partida doble: porque para denuncias de este tipo sirven los periódicos, y porque demuestra que, por más que les necesitemos, no nos achantamos ante nuestros anunciantes.
El lector habrá notado que, en crisis las inmobiliarias y en horas bajísimas el consumo, los pequeños anuncios de prostitución son una importante, casi vital fuente de ingresos para los periódicos. Me parece una lástima que publiquemos esos anuncios y promocionemos la prostitución. Pero al mismo tiempo la denunciamos, o denunciamos una parte de ella. Algo es algo.
Un negocio muy rentable
Y es que no es extraño que a El País le cueste dar el paso y opte por suprimir la publicidad de prostitución de sus páginas, como ya han hecho La Gaceta, Público y Avui. El de Prisa es el diario que más ingresos obtiene de estos anuncios.
Con una media de 850 anuncios al día, encabeza el ránking seguido de El Mundo (500) y La Vanguardia (440).
Así, al año, el diario de Prisa factura alrededor de seis millones de euros en este concepto, un 2,8% de su volumen de negocio. El Mundo, por su parte, roza los cinco millones de euros en ingresos anuales, ABC dos millones y La Razón apenas medio.
