Pedrojota, l’enfant terrible, al desnudo

Pedrojota, l'enfant terrible, al desnudo

(PD).- El periodista José Díaz Herrera está a punto de publicar un libro que, en palabras del autor, «trata de acabar con el último escollo de la democracia española: Pedrojota Ramírez, director de El Mundo». Díaz Herrera, que oculta celosamente el título, no escatima en su texto detalles de la vida, milagros y pecados del director de El Mundo. Dice el periodista que ha rebuscado hasta en las papeleras.

Por su interés reproducimos -como adelanto, en primicia y exclusiva- el prólogo del libro:

Si en un descuido cualquiera hubiera dejado, como diría Umbral, la retambufa al aire y le hubiera caído la negra hecha un frenesí con el metesaca en ristre, Pepe Oneto se hubiera pegado un tiro, José Luis Corcuera estaría cavando todavía un hoyo hacia el centro de la tierra y Balbino Fraga viviría disfrazado de chimpancé u orangután en la selva tropical.

Ramírez de la Piscina, afirmó primero que todo era un montaje del Ya; más tarde, reiteró que era un montaje pero de los GAL y, por último, que le habían puesto algo en el vaso, cuando Love [Rocío, ay mi Rocío] le aseguró a mi magnetofón que Él [con mayúscula] no bebe desde que tiene 18 años y le estalló la úlcera en el estómago.

Los chicos de Javier Calderón, que tienen su sede en el Cesid, carretera de la Coruña arriba fueron corriendo a los siquiatras a preguntar por qué a un chico malo de la Prensa le puede ocurrir eso.

Y, lo que es más complejo todavía, cómo puede soportarlo alguien sin morir en el intento. La respuesta fue que el periodista sufría un “síndrome de doble personalidad” equiparable a la teoría del distanciamiento elaborada por el dramaturgo comunista y poeta alemán del siglo XX Bertolt Brecht.

El escritor Jorge Virgil Rubio aprovechó el acontecimiento para añadir una nueva acepción a su Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales, (Alianza Editorial, 1999). “Urolagnia: Nombre técnico de la desviación sexual consistente en la obtención de placer sexual mediante el deseo de orinar sobre la pareja o de que esta lo haga. Su denominación popular es lluvia dorada o síndrome de Exuperancia”

Para no ser menos, Pedro J. Ramírez escribió en El Dilema “mira que llamarse Exuperancia”. Luego le encargó a su amigo/enemigo/amigo Ignacio Amestoy un guión para hacer una película u obra de teatro –lo que confirma una vez más la teoría del distanciamiento– que Ignacio le dijo a mi magnetofón que no sabe todavía si se estrenará en el Real con la creme de la creme europea de Davos y del Crillón, con sus zapatos claveteados ocupando las dos primeras filas del proscenio que dejaron libres Mariano Rubio, Manuel de la Concha y sus amigos.

Lo que, por otra parte, nada tiene de malo. Exuperancia Rapú Muebake, sin saberlo, también hizo multimillonario de la noche a la mañana a Asensio, uno de los individuos más polémicos de la Prensa española, a quien Pedro J Ramírez guardó desde entonces odio eterno, hasta su muerte.

Yo, que en unos de esos días malos de los muchos que puede tener cualquiera, le salve del infantil trasero, puse su carrera profesional a buen recaudo e impedí que ingresara en ese lugar por el que ya ni siquiera pasa el tren de medianoche, voy a ser, sin duda, el segundo en la lista de sus desamores.

Afortunadamente mi único secreto inconfesable –que ya no lo es– consiste en que he tenido que vender mi coche para financiar la investigación de este libro. Ahora, tras romper viejas ataduras, ligero de equipaje, sólo espero of glory in the flower (la gloria [de] las flores), según el famoso poema de William Wordsworth. No lo tomen como una cursilería, es algo peor: las editoriales ya casi no pagan.

Y porque la belleza de mi nueva obra –y sigo sólo a medias con Wordsworth– can bring back the hour, es un gran flash back en el tiempo que pretende poner las cosas en su sitio y llevar a los a los garzones del periodismo a las mazmorras de papel de La Codorniz

Y todo ello, pese a que mortifique a quien, tras defender a capa y espada el terrorismo de estado, la pena de muerte, y la intervención del Ejército en la guerra sucia, pretendió luego –por poner un ejemplo- que Felipe González fuera condenado por todo ello. Porque, en definitiva, las hemerotecas están más cargadas de Goma 2 Eco que el sumario del 11-M.

A la historia, o a la Real Academia de la Historia, a donde pretende ingresar el director de El Mundo en un nuevo intento de ennoblecer su apellido, se puede entrar de varias maneras: contratando a Carmen Iglesias para presidir Unidad Editorial, levantándole los falsos diarios de Hitler a Julián Lago y sacudiéndole un sopapo de paso por haberse dejado engañar por los de Stern, o leyendo mi nuevo libro. Les recomiendo lo último. Que ustedes lo disfruten bien.

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