La ira contra Ussía de una antigua admiradora

(PD).- «Vaya por delante mi caduca admiración por Alfonso Ussía, de cuya amistad creía honrarme hasta hace sólo unos días. Lo conocí en la vieja redacción de Abc, en los tiempos en los que sus versos de principiante solían tener como cruel destino la papelera», por decisión -unilateral y furtiva- de un trío de aventajados redactores en prácticas, ellos sí, brillantes como pocos«. Maite Alfageme, subdirectora de Época y ex compañera de Ussía, responde al escritor por sus críticas hacia la publicación. Y cuenta intimidades laborales.

Como un tiro ha sentado en Época las críticas vertidas por Alfonso Ussía por publicar la famosa noticia sobre Jaime de Marichalar y la cocaína.

Entre los recuerdos más desternillantes de mis primeros años de Periodismo en vena, conservo intacta la imagen de aquellos bandarras, tan talentosos para la literatura y el Periodismo escrito como dotados para la mala leche, haciendo un burruño con las cuartillas que acababa de entregar en mano el hijo del conde de los Gaitanes, mitad pijo de La Moraleja, mitad señorito andaluz.

Simpático desde el primer día, es cierto. Pero de qué iba a publicar semejantes cursiladas en el abecé un tipo cuyo árbol genealógico podía estar cuajado de títulos nobiliarios, sí; pero cuya pluma dejaba tanto que desear que incitaba a la mofa y a la carcajada. Así que, después de echarse unas risas, mis amigos solían deshacerse de los pretenciosos ripios del tal Ussía. Pobre. Y al grito de “¡archívalo en la p!”, encestaban el folio en una de las papeleras de las secciones de Cultura o Huecograbado con puntería de triple. Y sin tocar el aro.
Pero el pijo perserveró y aprendió a escribir. Cultivó interesantes y fructíferas relaciones en los reducidos círculos del Periodismo caviar. Escaló posiciones de fenómeno mediático a velocidad de vértigo y, con su simpatía natural, y ese ingenio tan de agradecer en las noches de copas, nos encandiló hasta la admiración y la amistad personal. “Soy un bluf”, solía confesar de sí mismo entrada la madrugada. A lo que todos, quien más quien menos aspirante a columnista mínimamente reconocido, concluíamos: “Un genio, este Ussía. Un auténtico genio del bluf”.

Según recoge lanacion.es, Alfageme sigue así:

Que Alfonso corra en auxilio de un amigo no es algo que me extrañe. Lo que me sorprende es que lo haga a costa de abdicar de esa supuesta independencia de criterio -já-, y esa falsa defensa de la libertad de expresión, muchas veces disfrazada de heroicidad de papel -ja, ja, ja-, que tantas tardes de gloria le han brindado hasta la fecha. Maestro. Es decir, aun a costa de traicionar algunos de los espurios principios en los que a lo largo de los años y con habilidad de funambulista viene manteniendo el bluf. Un artista. De los que ya no quedan.
Con todo, confieso que no esperaba contra la cabecera de Época una andanada semejante. Ni contra quienes seguimos al timón de un barco que ciertas ratas abandonaron hace años, una infamia del calibre de la que el pasado martes, estimado Alfonso, vomitaste en las páginas de ese otro periódico lleno de amigos que sigue siendo La Razón. Hasta tres veces insinuabas que mentíamos a sabiendas, como si reunirnos en torno a una mesa camilla para perpetrar la invención de la semana fuera costumbre de los profesionales, acreditados profesionales, a algunos de los cuales conoces desde hace años, que hacemos esta revista con la cabeza bien alta. La misma revista en la que Campmany -él sí, maestro sin trampa ni cartón- nos enseño a abominar del cortesanismo, como principio básico, decía, del Periodismo en democracia. Y la misma en la que, desde hace 23 largos años -15 de los cuales firmaste en estas páginas-, venimos publicando informaciones muchas veces incómodas para la Corona, sin que en el departamento de administración de la casa se tenga noticia de que el tal Ussía renunciase jamás a su sustanciosa colaboración. ¿Te acuerdas de la dama del rumor?

Y concluye:

Ando intentándolo, créanme, pero de momento no consigo aplicarme el consejo de uno de aquellos baloncestistas del dream team de Abc: “Olvídalo, Alfageme. Archívalo en la p”.

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