(PD).-Javier Pérez de Albéniz le ha sugerido a Juan Luis Cebrián que no le conviene hablar de amiguismo porque no saldrá bien parado. Cebrián exigió recientemente en un desayuno de prensa una «reforma audiovisual sin amiguismos» y Albéniz le ha machacado: «Sólo le falta decir que para variar, puesto que ya ha habido varias con amiguismos: en 1988, con González, llegó Canal +, y en 2005, con Zapatero, Cuatro. Pero los tiempos están cambiando, y ya nada es lo que era».
Si hay un símbolo de la España postfranquista que dio nacimiento al régimen felipista ese es precisamente Juan Luis Cebrián. Período en el que el Prisa hizo de rodillo para afianzar al PSOE en el poder. Pero ZP ha puesto a Prisa en su segundo plano y su ojito derecho ahora es Roures. Por eso Cebrián no se lo perdona y le recrimina «menos amiguismo». Porque nadie mejor que él como le ha recordado Albéniz para hablar de eso.
Los que fueron viejos amigos de PRISA ahora quieren hundirla: tienen sus propios negocios de comunicación. Los viejos enemigos de PRISA, con ‘El Mundo’ al frente («Digital Plus, sobrevalorada», titulaban a toda página), ven grietas en la línea de flotación enemiga y crean alianzas insólitas: «Viva el fútbol (gratis)» rezaba la portada de Marca hace unos días.
Albéniz, desde Soitu, también tiene munición gruesa para Celestino Corbacho:
Celestino Corbacho, ministro de Trabajo e Inmigración, dice que «el Gobierno actual no es ni de derechas ni de izquierdas». Tiene razón: es de Roures. De un empresario catalán, este sí de izquierdas de toda la vida, que ha revolucionado a golpe de talón el panorama audiovisual. Con su periódico (Público) y su tele de la señorita Pepis (Gol TV), el mecenas de Woody Allen nos recuerda a todos que, cuando hablamos de medios de comunicación, la ideología y el poder son importantes, pero la meta es la pasta.
