Aznar, el divorcio de Zaplana y Cospedal, Prisa y el cura Gabilondo

(PD).- El ex presidente a lo suyo, el ex portavoz parlamentario y el PP se largan amarras y la flamante dama de Albacete desembarca en la Secretaría General bajo fuego de la artillería de Prisa.

Escribe Manuel R. Ortega en La Brújula de los Medios de Elsemanaldigital, que lo que haga María Dolores de Cospedal al frente de la Secretaría General del Partido Popular habrá tiempo para juzgarlo. Pero hay que reconocer –al menos eso dicen por ahí– que la señora tiene un par. La echaron a la arena castellanomanchega en paracaidas y no sólo consiguió amansar a los leones de su partido, sino que le ha puesto proa a José María Barreda y sus muchachos.

Pero es que, además, consiguió que Castilla-La Mancha votara mayoritariamente por Mariano Rajoy en el 9-M. No sólo eso: también que José Bono palmase en su feudo toledano. Y eso, damas y caballeros, sí que es un hito. Un triunfo con mayúscula.

El rumbo que siga, ya digo, está por ver. De momento, el desembarco ha sido recibido por Prisa como las baterías alemanas a los estadounidenses en Omaha Beach. Los muchachos de Polanco y Cebrián han demostrado ser los más carcas de toda la prensa española. El amarillismo de la portada de El País, incidiendo en el carácter de divorciada y madre soltera, resultaba sencillamente vomitivo. ¡Y eso que en ese mismo grupo mediático su director de la SER llamó pajilleros y frustrados a quienes pusieron en tela de juicio el nombramiento de Carme Chacón como ministra de Defensa!

Lo cierto es que no debería sorprender. Últimamente Prisa ha acentuado el carácter de curas laicos de algunos de sus muchachos, tal vez desnortados por haber perdido la exclusiva de susurrar al oído del Gobierno. Ahí está Iñaki Gabilondo, con un programa en Cuatro sobre la «crisis del PP». El ideólogo de la tensión electoral unido, por cierto, a un antiguo pelotari asiduo al comedor del Ministerio de Interior en los tiempos de Jaime Mayor Oreja, ahora reconvertido en ardiente defensor de Zapatero. ¡Ay, Cayetano, a quien sentabas en la mesa!

Y mientras tanto el partido de la oposición celebra su Congreso de la Paz. En el que no han faltado episodios movidos con José María Aznar por medio. El polémico saludo del ex presidente a Mariano Rajoy el viernes, rectificado el sábado después de que los medios resaltasen la mano desvaida que tendió al que este domingo revalidará al frente del PP, no pasó desapercibido. Tampoco algunas partes de su discurso del sábado, pese a su profesión de fé marianista.

¿Está Aznar que trina con Rajoy? Pues vayan ustedes a saber, porque aquí cada uno da una versión diferente. ¿Tiene motivos para ello? Probablemente sí. ¿Debería hacerlos públicos? Seguramente no. Al fin y al cabo –la entrada apoteósica del viernes fue buena prueba de ello– Aznar continúa siendo un mito de primer orden en el PP.

Lástima –es una percepción– que en ocasiones no sea capaz de canalizar ese sentir en un giro constructivo. Sin olvidar, como señalan los resabiados, que, le guste o no, Rajoy es un invento suyo. Negar al gallego es negarse a sí mismo.

Pero Aznar, aún teniendo sus cosas, pasa por ser un hombre leal a su partido. El mismo partido que en Valencia ha escenificado su divorcio de Eduardo Zaplana. Ni rastro del ex portavoz. Acusaciones mutuas y veladas sobre invitaciones. Y enfado, oigan.

A una gran parte de los populares se les han caído los palos del sombrajo con el aceitunado directivo de Telefónica a un kilo de euros por año. Para muchos, cada vez queda más claro que Zaplana fue un empresario metido a político.

Y si no que se lo pregunten a Federico Jiménez Losantos: tantos años partiéndose la cara por él y, al final, acabó dejándole en la estacada judicial frente a Alberto Ruiz Gallardón.

Y eso que Zaplana ya no se jugaba nada dentro del PP. Tal vez le afectó el humo de los habanos fumados en el Club Pasión Habanos de la Casa de América en compañía de Pepiño Blanco y el vidrioso ex socialista, reconvertido en baranda telefónico, Javier de Paz.

Un tipo, por cierto, que es para echarle de comer aparte: vecino y «superasesor» de ZP y –esto ya es casi del Pleistoceno– el jefazo de las Juventudes Socialistas encargado por los dinosaurios del partido de echar agua al cabreo incendiario de los jóvenes lobos del PSOE con la entrada en la OTAN. Un itinerario de político profesional desde –casi– la más tierna infancia, con rentabilísimos negocietes varios entre medias.

Al final va a ser cierto el refrán: que Dios los cría y ellos se juntan. Es lo que tiene estar en política para forrarse. Lo que les importaba el PP a algunos ya se ha visto.

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