Cacho: «Que la tarea de decapitar a Rajoy esté dirigida por un periódico es una terrible anomalía»

(PD).- ¿Qué papel está jugando El Mundo en la actual crisis del PP? ¿Es lícito -periodísticamente hablando- tanto ensañamiento con el líder al que habían defendido hasta el día de las elecciones? Es otra vez Jesús Cacho el que saca a relucir las malas artes de Pedrojota Ramírez para ser «influyente». «Que la tarea de decapitar a Mariano Rajoy esté siendo dirigida desde las páginas de un periódico, no deja de ser una terrible anomalía».

Jesús Cacho, director de El Confidencial, dedica otra de sus columnas al director de El Mundo.

«Nuestro sin par Lord Ramírez nos ofreció ayer una de las más brillantes demostraciones que se recuerdan de su peculiar forma de entender el periodismo. El personaje en cuestión necesitaba con urgencia sacar a pasear en su diario a un centrista capaz de rescatarlo de la tropa que, tirando a ultra, él mismo le había enviado el viernes a Mariano Rajoy como regalo ante la sede del PP, y ¡zaaas…!, en un hábil movimiento de manos, nada por aquí nada por allá, se sacó de la chistera una especie de carta abierta del bueno de Gabriel Elorriaga, una misiva larguísima –océano de palabras; desierto de ideas- con la que coincidiría la mayoría de los electores del PP, rematada al final con un infame bajonazo que, justo en cuatro líneas, descartaba a Rajoy como el líder que ahora necesita el partido».

Dice Cacho, que conoce bien a Pedrojota Ramírez:

«Simplemente genial la forma en que el insigne periodista menea el árbol para que caigan las nueces».

Y dice con ironía Cacho:

«Al eminente periodista, sin embargo, le sigue faltando su Escipión Emiliano en esta guerra pánica, que no púnica, a menos, claro está, que en un último y magnífico intento por rescatar a la derecha de las garras del malvado, sea el propio periodista quien se lance a la arena dispuesto a derribar al tirano con la fuerza de su verbo, contribuyendo, ya de paso, a expandir por el propio diario que dirige la nueva doctrina de la democracia interna. No parece, a decir verdad, que las aguas vayan a alcanzar tamaña altura, a pesar de que la prensa española ha llegado muy lejos en su huida desesperada hacia terrenos que, en una sociedad democrática, nada tienen que ver con la hermosa y humilde tarea de informar con libertad».

Y concluye:

«No estaría de más … que trajera un proceso de autocrítica ‘gremial’ dentro del mundo periodístico sobre el papel de los medios de comunicación, y en buena lógica de los propios periodistas, en una sociedad como la española».

«Que la tarea de decapitar a Mariano Rajoy esté siendo dirigida desde las páginas de un periódico, no deja de ser una terrible anomalía en lo que a los usos democráticos de ese llamado “cuarto poder” se refiere. Lejos de informar, la función primigenia de la crítica abierta y ácida al Gobierno y a la oposición de turno, ha dado paso a la intervención descarnada y a cara de perro en las decisiones que competen a los líderes políticos».

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