China abre a la prensa el seísmo mientras mantiene vetado el Tíbet

(PD).- La cobertura del terremoto que con una magnitud de 8 en la escala abierta de Richter causó más de 41.000 muertos y dejó más de 32.600 desaparecidos en la provincia de Sichuan el pasado 12 de mayo, ha supuesto un punto de inflexión en el periodismo chino, con una inusual transparencia.

Las posibilidades de informar sobre el seísmo más devastador que ha sufrido China en los último 30 años, ha servido al Gobierno para lavar su imagen después de la represión en el Tíbet, y cuando faltan 11 semanas para los Juegos Olímpicos.

Los analistas -consultados por Marga Zambrana de la Agencia EFE- alaban una apertura mediática sin precedentes en un desastre natural que hasta ahora se ha cobrado 41.000 vidas, aunque recuerdan las diferencias con un tema profundamente político como las revueltas del Tíbet.

«Es un alivio que el Gobierno chino no haya establecido en Sichuan el tipo de controles draconianos de acceso a la prensa extranjera que impuso en el Tíbet tras las revueltas del 14 de marzo», explicó Phelim Kine, investigador para Asia de la ONG ‘Human Rights Watch’ (HRW).

Con un número no contrastado de muertos en Tíbet que podría alcanzar los 200, las protestas aún no han sido esclarecidas, ya que Pekín mantiene cerrada la región a la prensa y a observadores internacionales.

Si para la prensa extranjera ha sido un alivio trabajar en Sichuan, para la china puede convertirse en un punto de no retorno, acostumbrada a una fuerte censura gubernamental que consideró hasta 2005 las pérdidas por catástrofes naturales como un secreto de Estado, por lo que difundirlas podía acarrear la pena de muerte.

«Los informes sobre el seísmo son un punto de inflexión en el periodismo chino», dijo Gao Zhikai, director de la Asociación China de Estudios Internacionales. «Se ha producido una transformación del periodismo. De pronto se están dando detalles muy completos y transparentes sobre todo lo que afecta al terremoto, incluidos aspectos positivos y negativos, con emisiones continuas las 24 horas del día», agregó.

Gao explica que, «mientras el Gobierno no considere la posibilidad de que los medios sean usados con motivos políticos, la transparencia está bien. Esto es increíble».

Esta cobertura no tiene precedentes en la República Popular, si se compara con el catastrófico seísmo de 1976 en Tangshan, ocultado durante días por el Gobierno al coincidir con la muerte de Mao Zedong. La demora favoreció que la cifra de muertos fuera altísima, con 240.000 confirmados en un recuento que duró tres años, aunque fuentes independientes la elevan a medio millón.

En una fecha más reciente, en 2003, cuando una epidemia de neumonía atípica (SRAG) asolaba Asia, China guardó silencio durante semanas sobre la enorme cantidad de casos registrados en su territorio de una enfermedad cuya forma de contagio se desconocía.

El tratamiento del seísmo de Sichuan también ha sido inusual, ya que la prensa china mostraba por primera vez el lado más humano de la noticia, difundiendo testimonios de supervivientes y heridos junto con las imágenes habituales de los héroes comunistas salvando al pueblo.

Esta emotividad en los contenidos, señalan los expertos, ha favorecido un aumento de la empatía para con las víctimas y, por tanto, de las donaciones procedentes de dentro y fuera del país. «Son muy inusuales en el periodismo chino. Es un gran propósito que hayan querido publicar las buenas y las malas noticias», opina Gao.

Sin embargo, algunos detalles indican que la censura y la propaganda siguen trabajando, sobre todo con asuntos delicados, como las condolencias enviadas a las víctimas del seísmo, acaecido en una región de etnia tibetana en territorio chino, por el Dalai Lama, líder espiritual tibetano en el exilio, silenciadas en la prensa.

«Creo que aunque los medios no hablan del Dalai Lama, se puede ver la determinación de los militares por llegar hasta el epicentro, en la prefectura de Aba, donde un 60 por ciento del millón de población es tibetana», explica Gao.

En cuanto a la censura, Kine (HRW) dijo que el Departamento de Publicidad del Partido Comunista intentó en un principio bloquear el acceso de los periodistas chinos a Sichuan, y dio órdenes de cubrir el desastre con condiciones: no hablar de corrupción o materiales de construcción en las escuelas desplomadas.

Mientras, el aparato propagandístico del Gobierno ha dado prioridad a la difusión de las visitas del presidente Hu Jintao, y del primer ministro Wen Jiabao a la zona afectada por el terremoto, en una actitud muy cercana al pueblo, y de la rápida reacción en el envío de equipos de rescate.

La fuerza de la tragedia transida por la emotividad y las escenas de héroes ha reforzado el mismo sentimiento nacionalista que hace pocas semanas fue enarbolado para atacar a los medios extranjeros por sus informaciones sobre el Tíbet, con llamadas anónimas en las redacciones amenazando de muerte a los corresponsales.

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