(PD).- Miembros de la asociación gallega de radioaficionados Pórtico da Gloria dieron por finalizadas sus transmisiones a través de las antenas nazis que en su día instalaron en el municipio lucense de Cospeito soldados alemanes del III Reich, en cuya recuperación trabaja ahora la Secretaría Xeral de Comunicación.
Los radioaficionados, que establecieron contacto con 10 países, consiguieron de esta forma dar vida a unas antenas sumidas en el abandono desde 1980, hasta el punto de que tan sólo se conservan dos de las tres que originalmente se instalaron en esta planicie de la comarca de A Terra Chá.
Los miembros de Pórtico da Gloria llegaron a primera hora de ayer para «disfrutar» y «devolver a la actividad» estas antenas, que en su día facilitaron el posicionamiento de submarinos, barcos y aviones por medio mundo.
Las adversas condiciones climáticas -llovió durante casi todo el tiempo que estuvieron trabajando- no impidieron contactar con 160 participantes de 10 países diferentes, lo que sirvió para que el director de la asociación, Fernando Rodríguez, se sintiera «profundamente satisfecho».
A su llegada a la zona que se conoce como Las Torres de los Alemanes, eligieron la antena que se encuentra en mejor estado para conectar a ella los equipos, y enseguida lograron los primeros contactos con otros radioaficionados gallegos.
Luego, poco a poco, se encontraron con participantes de casi toda Europa y de países como EE.UU., Brasil, Venezuela, Chile o Rusia, país este último que es «muy poco habitual» en este tipo de contactos.
Los integrantes de la asociación disfrutaron de la actividad a través de unas antenas que son «todo un lujo» y casi únicas en el mundo, ya que tan sólo existen o existieron en Sevilla, Gran Bretaña, Noruega y Francia.
Concretamente éstas de Cospeito sirvieron para canalizar la comunicación nazi o de los ejércitos aliados desde el Golfo de Vizcaya a Canadá. Ahora los radioaficionados esperan que los proyectos de recuperación de la Secretaría Xeral de Comunicación de la Xunta se conviertan en realidad.
«No nos importaría no poder volver a usarlas, porque eso querría decir que ya están recuperadas, y ése es nuestro deseo», concluyó Rodríguez.
