Rosa Regás se alegra de que en España cada vez se vendan menos periódicos

(PD/Agencias).- Rosa Regás, que trata de ganarse el sueldo al frente de la Biblioteca Nacional -en donde, tras haberlo intentado, ya no perpetra mayores estropicios- y es agradecida, ha dicho: «Los grandes logros sociales de este Gobierno se venden mal porque la prensa no es del Gobierno. Todos van a favor de la oposición. Afortunadamente cada vez se venden menos periódicos».

Escribe el siempre brillante Manuel Martín Ferrand, en su columna de ABC, que Si se otorgara un gran premio a la persona capaz de incluir más estupideces en un montón de sólo tres decenas de palabras, Regás resultaría imbatible.

Aparte de la grandeza o pequeñez de los «logros sociales» del equipo Zapatero, que ese es otro asunto, convendría que algún socialista cabal y franco instruyera sobre la realidad de la vida a tan áspera señora.

La prensa, felizmente, no es del Gobierno desde la privatización y clausura de la Prensa del Estado en que la Transición dejó la anterior Prensa del Movimiento. Por cierto, un mérito de Felipe González.

Además, atribuirle a las doce docenas de diarios -gratuitos o de pago- que salen a la calle todos los días la adhesión y el seguimiento entusiasta de los dichos y silencios del PP, monopolista de la oposición, es tanto como ignorar que las noches suceden a los días.

Lo de alegrarse porque cada vez se vendan menos periódicos, cosa que no es cierta, repugna a la razón democrática y escandaliza cuando el emisor de la majadería es responsable de un puesto clave en la organización cultural del Estado.

Se entiende si se sabe que tan estrafalario personaje, en la misma entrevista para Tribuna de la Administración Pública en que engarza la perla de más arriba, incrusta otras piezas no menos valiosas: «Hace dos meses que no leo la prensa, ni veo la tele, ni escucho la radio».

Pues qué bien. A la señora no le gusta la crispación, sólo le interesa crispar, y renuncia a la crónica de lo que nos pasa.

Quienes no conozcan la personalidad, la obra y las maneras de Rosa Regás, eso que salen ganando; pero quienes, profesionales de la contemplación de las miserias humanas, la hemos visto -desde la distancia, por supuesto- trepar con ansias de notoriedad y poder sólo podemos certificar la concordancia existente entre la conducta y los dichos de una señora a la que el Gobierno, en ejercicio de irresponsabilidad y/o desconocimiento, ha puesto al frente de la primera Biblioteca de la Nación.

Si por lo menos tuviera un mayordomo esforzado y fiel como Erich von Stroheim, alguien podría avisarnos de sus próximos y desenfocados ataques prensafóbicos. Pobrecita.


LOS PERIODISTAS LE DAN LO SUYO

Periodistas y asociaciones profesionales han lanzado una dura crítica contra Regàs por su ataque a los medios de comunicación. «Tal vez en Cuba, con Granma y Juventud Rebelde, estaría más satisfecha», afirma Jorge del Corral, secretario general de Uteca, entidad que agrupa a las televisiones privadas. «Quizá no ha meditado bien lo que ha dicho y, si lo ha dicho conscientemente, denota un pensamiento totalitario», agrega. Del Corral mantiene que «como persona culta», Regàs «debería saber que los medios son un contrapoder del poder legítimamente constituido y su función es ejercer la crítica, de manera constructiva y rigurosa, pero la crítica».

A la hora de calibrar las declaraciones de la directora de la Biblioteca Nacional, Ramón Espuny, miembro de la junta ejecutiva de la Federación de Sindicatos de Periodistas, distingue entre «la indignación» que como ciudadano pueden provocar los excesos de la prensa, la radio y la televisión, y el hecho de que Regàs plantea el debate en términos «muy maniqueos» entre el Gobierno y la oposición. Reflejo de la posición de Regàs es el título de su artículo de ayer: Salvaje y demoledora oposición.

Espuny apuesta por el establecimiento de mecanismos de regulación que establezcan los derechos y deberes de los profesionales y de los receptores de la información. «España es una anomalía entre los países democráticos. Los códigos deontológicos son un brindis al sol. No son vinculantes y se vulneran reiteradamente». Este instrumento actuaría como primera instancia antes de llegar a los tribunales y sería un punto intermedio entre la impunidad total y el Código Penal.

Para el director de informativos de Onda Cero, Julián Cabrera, el actual panorama radiofónico «garantiza la pluralidad» y da cobijo a «todo tipo de opiniones, posiciones y valoraciones, tanto del Gobierno, como de la oposición o de los agentes sociales».

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