Rupert Murdoch, el último magnate

Rupert Murdoch, el último magnate

(PD/Agencias).- «Cuando el Wall Street Journal empiece a poner chicas en la página 3, nos aseguraremos de que tienen másters en dirección de empresas». La broma se la hacía hace unas semanas Rupert Murdoch a un periodista de la revista Time.

Subraya Idoya Noain en El Periódico que el chiste llegaba antes de que, esta semana, y después de tres meses de intensas y tensas negociaciones, el australiano de 76 años nacionalizado estadounidense para ampliar su imperio, el último gran magnate mediático mundial –tan famoso por su agresividad empresarial como por el conservadurismo y el sensacionalismo de algunos de sus medios– se hiciera con su último y codiciado trofeo: el diario económico más importante del mundo.

Cuando el universo periodístico debatía sobre el futuro de independencia que le esperaba al Journal dada la controvertida trayectoria de Murdoch y cuando la resistencia de la familia Bancroft aún no permitía asegurar el resultado final, él se atrevía a bromear y reír. Podía. Y puede.

Empresa global
Desde que en 1953, a los 22 años, se hizo cargo en Australia del diario regional que había regentado su padre, Murdoch ha ido dando pasos que, pese a algunos frenazos y caídas como los casi 6.000 millones de euros de deuda que casi le asfixian en los 90, le han ascendido a lo más alto del mundo de la comunicación.

News Corporation, que dirige personalmente, es hoy tercer imperio multimediático del planeta, con un valor de 50.000 millones de euros y con tentáculos en el terreno impreso (desde el New York Post hasta The Times y la editorial Harper Collins); audiovisual (los estudios Fox y las televisiones Fox, Sky y Star TV en Asia) y de internet (MySpace).

En el camino ha hecho, como él mismo dice, muchos enemigos de los que se siente «orgulloso». Y en más de una ocasión se ha definido como «un catalizador para el cambio» consciente de su huella:

«No se puede tener éxito sin dejar cicatrices».

Toda la animadversión que despierta –por un pragmatismo que a menudo parece venta de ideas e ideales, por mirar al otro lado cuando un socio empresarial como China viola o ahoga los derechos humanos, por su embrutecimiento y amarilleamiento de la oferta mediática– tiene su contrapunto en la admiración o el reconocimiento a su innegable visión empresarial:

«Me encanta que me llamen visionario, pero lo cierto es que soy simplemente afortunado y rápido».

La apuesta por hacerse con el Wall Street Journal era un reto personal y empresarial. Lo dirigirá sin apoyo de sus cuatro hijos mayores, que abandonaron el barco empresarial cuando Murdoch dejó a su segunda esposa para casarse con la actual, Wendi, 36 años más joven que él.

Y ahora tiene el complemento perfecto para su próximo proyecto, el canal económico Fox Business Channel, con el que va a hacer competencia a CNBC.

Aunque el acuerdo alcanzado con Dow Jones incluye el establecimiento de un comité que intentará asegurar la independencia editorial del Journal, queda por ver hasta dónde se controlará Murdoch, que ha dicho que «es importante mostrar de vez en cuando la capacidad de estar involucrado».

En las declaraciones a Time sobre el Journal, además de bromas, Murdoch lanzó otras ideas: «Hacerlo gratis, solo la versión en internet, sin plantas de impresión, sin papel, sin camiones»… Será solo una sugerencia, pero seguro que más uno ha tomado nota.

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