(PD/Agencias).- Larry Flynt, editor pornográfico de EEUU, ha abierto la veda para cazar a políticos implicados en escándalos de cama. Su oferta de un millón de dólares por una suculenta historia que sea verificable puede animar aún más las presidenciales del 2008.
Enfangado en la guerra de Iraq y con fuerte deseo social de cambio, EE. UU. vivirá en el 2008 una campaña presidencial sin precedentes. Por primera vez una mujer – Hillary Clinton- puede llegar a la Casa Blanca. Otra novedad es que un afroamericano – Barack Obama- concurre como algo más que un candidato testimonial.
Para colmar la sed informativa, la boyante industria de libros políticos no cesa de sacar nuevos títulos y siempre hay el peligro de que surja una revelación que destruya una carrera. En este escenario acaba de irrumpir Larry Flynt, el legendario editor y empresario pornográfico.
Su iniciativa puede animar aún más la campaña. En un anuncio a toda página, publicado el domingo en The Washington Post,Flynt y su revista Hustler ofrecen hasta un millón de dólares a quien desvele un escándalo sexual en las más altas esferas del poder.
«¿Ha tenido un encuentro sexual con algún miembro actual del Congreso de EE. UU. o con un alto funcionario del Gobierno?», preguntaba a los lectores el anuncio, en letras de notable tamaño.
«¿Puede proporcionar evidencia documental sobre relaciones sexuales ilícitas o íntimas con un congresista, senador u otro cargo público prominente? – continuaba el reclamo publicitario, que iba al grano y no hacía ningún alarde de diseño-. Larry Flynt y la revista Hustler le pagarán hasta un millón de dólares si escogemos publicar su historia verificada».
Como dirección de contacto figuraba un teléfono de llamada gratuita y un correo electrónico. Se puntualizaba que «todas las llamadas y correspondencia serán mantenidas en estricta confidencialidad». Hustler decidirá lo que paga en virtud de la importancia de la revelación y sólo la publicará, obviamente, tras un mutuo acuerdo con la fuente.
No es la primera vez que Flynt da un paso similar. Ya hizo algo parecido en octubre de 1998, cuando los republicanos querían derribar a Bill Clinton por su affaire con Monica Lewinsky. El editor porno pretendía desenmascarar la hipocresía de republicanos que acosaban a Clinton. Sus investigaciones provocaron la dimisión de Bob Livingston, republicano de Luisiana, que iba a ser designado speaker de la Cámara de Representantes.
Las historias de sexo siempre se venden bien y pueden tener consecuencias. Antes de las legislativas del 2006, que dieron la mayoría a los demócratas en el Congreso, se destapó el escándalo de Mark Foley, el parlamentario republicano de Florida que enviaba mensajes a jóvenes becarios masculinos. Pocos días antes de los comicios, otro caso sonado sacudió el debate público: un conocido reverendo evangelista, Ted Haggard, hubo de dimitir después de que un prostituto revelase que había sido cliente suyo durante años. Estos episodios fueron un mazazo para los republicanos porque sacaron a la luz la hipocresía de quienes se erigen en custodios de los valores familiares y son tan militantes contra la homosexualidad y el aborto.
Hace un par de meses, Washington volvió a temblar por culpa de Deborah Jeane Palfrey, apodada la Madame de DC.Procesada por dirigir una supuesta red de prostitución de lujo, Palfrey amenazó con tirar de la manta y dar nombres de las personas que habían sido sus clientes.
Eso provocó la dimisión de un alto cargo del Departamento de Estado, el embajador Randall L. Tobias, de 65 años, casado, jefe de la Agencia de EEUU para Desarrollo Internacional (USAID) y encargado de coordinar la multimillonaria ayuda estadounidense contra el sida en África.
Tobias alegó que las chicas sólo le habían dado masajes, pero optó por renunciar al puesto. La continuidad del embajador era problemática, pues entre sus funciones figuró la de aconsejar programas de abstinencia sexual y denegar ayudas a gobiernos que toleraran la prostitución o el tráfico de mujeres.
